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Bordado Gobelino: ¿Sabías qué...?
Es un tapiz hecho en la Manufacture Royale des Gobelins de París
El bordado de Gobelíno es un artículo confeccionado sobre telas tramadas siguiendo un patrón dibujado y aplicando lanas con agujas, hechos exclusivamente a mano y que se sigue confeccionando de la misma manera que en la antigüedad.
Las puntadas dependen de la tensión, el largo (contando los hilos de la tela), y si el punto es vertical o diagonal, el efecto a la distancia de la figura se verá con más o menos intensidad (como los pixeles de una pantalla, más cuadros más definición)
Dónde aplicarlo:
1. El tapiz es ideal para decorar diferentes áreas de tu hogar como en una alfombra ó almohadones.
2. Puede ser el complemento perfecto para aquellos espacios donde quieras capturar un toque tradicional y artesanal.
3. Es como una obra de arte bordada digna de enmarcar.
4. Diferentes tamaños se adaptan perfectamente a los gustos y usos que se quieren dar como marcos para fotografías, lomos de libros, bolsos, respaldos de sillas, sillones y más.
Las puntadas dependen de la tensión, el largo (contando los hilos de la tela), y si el punto es vertical o diagonal, el efecto a la distancia de la figura se verá con más o menos intensidad (como los pixeles de una pantalla, más cuadros más definición)
Dónde aplicarlo:
1. El tapiz es ideal para decorar diferentes áreas de tu hogar como en una alfombra ó almohadones.
2. Puede ser el complemento perfecto para aquellos espacios donde quieras capturar un toque tradicional y artesanal.
3. Es como una obra de arte bordada digna de enmarcar.
4. Diferentes tamaños se adaptan perfectamente a los gustos y usos que se quieren dar como marcos para fotografías, lomos de libros, bolsos, respaldos de sillas, sillones y más.
Los primeros tapices
La “aldea de los Gobelinos”, un lugar parisiense clasificado monumento histórico, considerado “excepcional por su arquitectura preservada desde el siglo XVIII así como por su carácter único de lugar de memoria y de creación” debe su nombre a Jehan Gobelin, que en 1447 estableció en un brazo de la Bièvre (un pequeño río hoy escondido bajo una calle), un taller de tintes que muy pronto fue célebre. El Rey Henrique IV eligió este lugar en 1607 para fundar los telares del faubourg Saint Michel, ancestros de la manufactura de Gobelins, oficialmente creada por Colbert en 1664. Pese a que los Gobelinos han conocido una historia agitada (incendio por los Federados en 1871 durante la Comuna de París, tapices quemados para recuperar los hilos de oro y de plata), el lugar, sus alrededores y sus edificios han permanecido prácticamente intactos. Un hecho muy poco frecuente es que las tres manufacturas nacionales que alberga hoy este sitio, los Gobelinos, Beauvais y la Savonnerie se dedican a la misma actividad, el tejido, desde hace casi 350 años. La galería de los Gobelinos se construyó entre 1906 y 1914 por Jean-Camille Formigé (1845-1926), arquitecto jefe de monumentos históricos (quien también fue el arquitecto del metro aéreo de París). En el más puro estilo “Bellas Artes” eligió en aquella época para la presentación el público de las obras de las grandes manufacturas francesas y de las colecciones del Patrimonio nacional. Transformada en taller en 1949 y ocupada durante mucho tiempo por la actividad de tejido, que redujo a la mitad sus espacios de exposición, utilizados como reservas desde su cierre en 1972, hoy recobra con brillo su vocación de origen: dar a estas instituciones nacionales el espacio que permita dar a conocer al público la calidad de su producción. A ello se añade para su resurrección otro reto, dotar por fin París de un verdadero lugar de exposición dedicado a los tapices, al diseño y al arte y ofrecer a estos oficios, máxima expresión de la creatividad, un lugar de referencia del saber hacer francés, aliando la técnica a la modernidad.
Charles le Brun, primer pintor de Luis XIV y primer director de los Gobelinos, instaló en la aldea no sólo a pintores y a tapiceros, sino también a orfebres, ebanistas, fundidores y grabadores, en definitiva, todas las especialidades que hoy se encuentran en los siete talleres de restauración y de mantenimiento del Patrimonio nacional, cuyas actividades se reparten con una rigurosa precisión: ebanistería, restauración de alfombras, tapices, lustros y bronces, tapicería de muebles y tapicería de decoración. El instrumento por excelencia es la mano. En todas ellas reside la misma necesidad, una paciencia a toda prueba, ya que a veces se requieren entre dos y tres años para reparar una alfombra o un tapiz, y tres años para tejer uno.
Charles le Brun, primer pintor de Luis XIV y primer director de los Gobelinos, instaló en la aldea no sólo a pintores y a tapiceros, sino también a orfebres, ebanistas, fundidores y grabadores, en definitiva, todas las especialidades que hoy se encuentran en los siete talleres de restauración y de mantenimiento del Patrimonio nacional, cuyas actividades se reparten con una rigurosa precisión: ebanistería, restauración de alfombras, tapices, lustros y bronces, tapicería de muebles y tapicería de decoración. El instrumento por excelencia es la mano. En todas ellas reside la misma necesidad, una paciencia a toda prueba, ya que a veces se requieren entre dos y tres años para reparar una alfombra o un tapiz, y tres años para tejer uno.
Cuadro de Sandra Soto
Gobelinos Hoy:
En el piso superior de la galería, donde se accede por una majestuosa escalera, se exponen 44 objetos de arte excepcionales de los siglos XVIII y XIX, muebles, sedas, maderas, relojes de péndulo, vasijas de Sevrès, lustros, tenderos, candelabros, realizados en las manufacturas nacionales para el poder, primero real y después republicano, y que en su mayoría son inéditos. Fueron descubiertos en las reservas del Patrimonio nacional con ocasión de la exposición, y algunos de ellos restaurados. El más sorprendente es sin duda la suntuosa pila de agua bendita en cristal de 2,70 m de altura, y compuesta de 53 piezas simplemente yuxtapuestas, un regalo a la emperatriz Eugenia en 1867. El barómetro del péndulo de la biblioteca de Luis XVI en Versalles, que sobrevivió a la Revolución y al incendio del palacio de las Tullerías en 1871, es una obra maestra de la industria relojera francesa.
En cuanto al ciclo real de Artemisa, que ilumina con sus quince paneles todo el recorrido de este piso, recoge “ todos los superlativos”, según el director de las colecciones del mobiliario nacional Arnault Brejon de Lavergnée. Es el “más bello tapiz tejido en Francia en la primera mitad del siglo XVII, la realización más bella de uno de los artistas más importantes del Renacimiento francés, el pintor Antoine Caron, el tejido más rico que existe y la primera presentación en su integridad. Ni ¡siquiera el Rey Luis XIII las vio reunidas!”.
Solicitado en 1607 por Enrique IV para su esposa, María de Medicis, su inspiración es la mitología que relata la historia de una reina y de una regenta, ambas llamadas Artemisa. Seguramente habría encantado a Jehan Gobelin, cuyo apellido se ha convertido en numerosos idiomas en sinónimo de tapiz.
El tesoro de esta exposición es “el ciclo de Artemisa”, que reúne 15 tapices de lana y seda, tejidos con hilo de oro y de plata, reunidos después de tres siglos de separación gracias al mecenazgo de un banco, que ha permitido la compra de los ocho paneles, exiliados a Reino Unido y reaparecidos recientemente en el mercado del arte. Se han expuesto juntas por primera vez desde su fabricación, a principios del siglo XVII.
Entre los “gobelinos” son famosas las series de La historia de Constantino, Las Musas, La historia de Alejandro, La vida de Moisés y Don Quijote.
En Internet: http://www.mobiliernational.culture.gouv.fr/
En cuanto al ciclo real de Artemisa, que ilumina con sus quince paneles todo el recorrido de este piso, recoge “ todos los superlativos”, según el director de las colecciones del mobiliario nacional Arnault Brejon de Lavergnée. Es el “más bello tapiz tejido en Francia en la primera mitad del siglo XVII, la realización más bella de uno de los artistas más importantes del Renacimiento francés, el pintor Antoine Caron, el tejido más rico que existe y la primera presentación en su integridad. Ni ¡siquiera el Rey Luis XIII las vio reunidas!”.
Solicitado en 1607 por Enrique IV para su esposa, María de Medicis, su inspiración es la mitología que relata la historia de una reina y de una regenta, ambas llamadas Artemisa. Seguramente habría encantado a Jehan Gobelin, cuyo apellido se ha convertido en numerosos idiomas en sinónimo de tapiz.
El tesoro de esta exposición es “el ciclo de Artemisa”, que reúne 15 tapices de lana y seda, tejidos con hilo de oro y de plata, reunidos después de tres siglos de separación gracias al mecenazgo de un banco, que ha permitido la compra de los ocho paneles, exiliados a Reino Unido y reaparecidos recientemente en el mercado del arte. Se han expuesto juntas por primera vez desde su fabricación, a principios del siglo XVII.
Entre los “gobelinos” son famosas las series de La historia de Constantino, Las Musas, La historia de Alejandro, La vida de Moisés y Don Quijote.
En Internet: http://www.mobiliernational.culture.gouv.fr/